La historia del tabaco o los puros, en República Dominicana, como sabemos, comienza mucho antes que en otros países. De hecho, fue desde la isla de la Hispaniola de donde Rodrigo de Jérez, (marinero del primer viaje de Colón a América), llevó los primeros cigarros a España.

Si bien conocemos Valle del Cibao, no podemos olvidar que es uno de los mayores tabacales del mundo con siglos de experiencia, y la mayor excelencia de la planta de tabaco, obteniendo así un producto de calidad superior.

Años antes de que la Revolución Cubana provocara que la mayoría de los grandes tabaqueros terminaran en Miami y otros países caribeños, la tradición de la fabricación de tabacos estaba acomodada en República Dominicana, específicamente en la ciudad de Santiago de los Caballeros, o como la conocemos nosotros “la capital mundial del cigarro Premium”.

Apenas eran principios del siglo XX y ya existían centenares de fabricantes de cigarros en esta ciudad, fabricantes que trabajaban con empresas importantes como: la Tabacalera Anónima Dominicana. Aunque no todas sobrevivieron, Leónidas Trujillo puso todo su esfuerzo en “nacionalizar» la pujante industria tabaquera del país.

Además de fumarse, el tabaco se aspiraba por la nariz, se masticaba (que todavía es muy popular), se comía, se bebía, se untaba en el cuerpo, y hay indicios de algunas investigaciones que dicen que se usaba en gotas para los ojos y hasta en enemas.

Sabemos que existen 64 especies de Nicotiana tabacum, de las cuales solo dos (la Nicotiana rústica y la Nicotiana tabacum), han mantenido una relación con la humanidad.

 “Donde hay cultura, hay puro, además su consumo es una afición y no una adicción, pues con el puro tu decides cuándo, cómo y dónde” así dice el experto en puros dominicanos y presidente de la Asociación de Productores de Cigarros de República Dominicana (Procigar), Hendrik Kelner Casals. Con al rededor de 220 millones de puros al año, República Dominicana se coloca como el principal país exportador de puros en el mundo. Seguido de Nicaragua, Cuba y Honduras, que lo siguen con ventas de 170 millones, 90 millones y 70 millones, respectivamente. En definitiva, si le preguntas a cualquier dominicano cómo es aquella persona que fuma, responderá que solo fuma un buen puro, aquel que es maduro y conoce de excelencia, sin lugar a duda nuestro país lidera el mercado y esperamos que siga haciéndolo por muchos años más.